DECIMOTERCER ENCUENTRO: La resurrección de Jesús
¡Alégrate! Virgen María, aleluya- Porque el Señor ha resucitado, aleluya.
“El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al monumento trayendo los aromas que habían preparado, y encontraron removida la piedra del sepulcro, y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Estando ellas perplejas sobre esto, se les presentaron dos hombres con vestiduras deslumbrantes. Mientras ellas se quedaron aterrorizadas, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, ha resucitado” (Lc 24, 1-6)
REFLEXIÓN:
En la Sagrada Escritura no se dice expresamente que Jesús Resucitado se apareciese a su Madre. No obstante, todo hace pensar que ésa fue la primera aparición de Jesús, dado el amor y la unión que ambos se tenían.
Podemos imaginar la escena: María está rezando en silencio; de repente, todo se llena de luz, de una luz envolvente y que, en vez de cegar, es una caricia para los sentidos. En medio de la luz está Jesús Resucitado.
Sólo una palabra: ¡Madre!. María comprende todo lo sucedido; su corazón rebosa y de sus labios brota otra palabra: ¡Hijo! Todo está dicho. Cruce de miradas, torrentes de amor.
Sólo Jesús y María saben lo que sucedió en aquellos instantes. Tan grande y hermoso debió ser que la divina Providencia lo ha guardado para siempre en la intimidad.
María, una vez más, guarda todo en el silencio del corazón, allí donde se guardan los afectos y las emociones más íntimas.
AVE MARÍA
Dios te salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.