CUARTO ENCUENTRO: La encarnación del Verbo en las entrañas de María
¡Alégrate! Virgen María, aleluya . Porque el Señor ha hecho en ti maravillas, aleluya.
“Isabel, tu parienta, también ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el mes sexto de la que era estéril, porque para Dios nada hay imposible. Dijo María: He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” (Lc 1, 36-38)
REFLEXIÓN:
María no necesitaba ninguna prueba por parte de Dios, pero el ángel se la da, al anunciarle el embarazo de su prima Isabel, a pesar de que era estéril.
María, en su pequeñez, se confiesa esclava del Señor y, como tal, está dispuesta a secundar su santa voluntad. María pronuncia humilde, libre y voluntariamente una palabra que cambiará el mundo y le llenará de luz y de esperanza: Hágase en mi según tu palabra.
En ese instante, único en la historia, el Verbo de Dios se hizo carne en su seno. La divinidad se hermanó con la humanidad.
María, cargada de argumentos para decir NO, va más allá de las evidencias humanas, segura de que Dios le llama a cumplir una misión. Ella se funda en la fe, no en las evidencias; por eso se entrega a cumplir la voluntad de Dios, que le llama desde la penumbra.
AVE MARÍA
Dios te salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.